Estudiando un poco sobre el orígen de la familia, me encontré con ésta interesante reseña que hace Friedrich Engels, en su publicación “El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado”, con respecto a una interpretación que hizo el jurista y antropologo Johann Jakob Bachofen de la obra trilogía de obras dramáticas de la Grecia Antigua escrita por Esquilo, la trilogía ronda en torno a los conceptos de justicia y venganza, cuando éste hizo la primera publicación relacionada al estudio de las familias llamado "Derecho Materno". En ella Bachofen señala que como "un
cuadro dramático de la lucha entre el derecho materno agonizante y el derecho
paterno, que nació y logró la victoria sobre el primero en la época de las
epopeyas", se las traje, a modo de ver como fue interpretado de manera tan interesante éste juicio.
"Llevada de su pasión por su amante Egisto, Clitemnestra mata a
Agamenón, su marido, al regresar éste de la guerra de Troya; pero Orestes, hijo
de ella y de Agamenón, venga al padre quitando la vida a su madre, ello hace
que se vea perseguido por las Erinias, seres demoníacos que protegen el derecho
materno, según el cual el matridicio es el más grave e imperdonable de los
crímenes. Pero Apolo, que por mediación de su oráculo ha incitado a Orestes a
matar a su madre, y Atenea, que interviene como juez (ambas divinidades
representan aquí el nuevo derecho paterno), defienden a Orestes. Atenea escucha
a ambas partes.
Todo el litigio está resumido en la discusión que sostienen
Orestes y las Erinias. Orestes dice que Clitemnestra ha cometido un crimen
doble por haber matado a su marido y padre de su hijo.
¿Por qué las Erinias le
persiguen a él, cuando ella es mucho más culpable?
La respuesta es
sorprendente:
"No estaba unida por los vínculos de la sangre al hombre a
quien ha matado".
El asesinato de una persona con la que no se está ligado
por lazos de sangre, incluso si es el marido de la asesina, puede expiarse y no
concierne en lo más mínimo a las Erinias. La misión que a ellas corresponde es
perseguir el homicidio entre consanguíneos, y el peor de estos crímenes, el
único imperdonable, según el derecho materno, es el matricidio.
Pero aquí
interviene Apolo, el defensor de Orestes. Atenea somete el caso al areópago, el
tribunal jurado de Atenas; hay el mismo número de votos en pro de la absolución
y en pro de la condena; entonces Atenea, en calidad de presidente del Tribunal,
vota en favor de Orestes y lo absuelve.
El derecho paterno obtiene la victoria
sobre el materno, los "dioses de la nueva generación", según se
expresan las propias Erinias, vencen a éstas, que, al fin y a la postre, se
resignan a ocupar un puesto diferente al que han venido ocupando y se ponen al
servicio del nuevo orden de cosas.
Esta nueva y muy acertada interpretación de
la "Orestiada" es uno de los más bellos y mejores pasajes del libro
de Bachofen, pero al mismo tiempo es la prueba de que Bachofen cree, como en su
tiempo Esquilo, en las Erinias, en Apolo y en Atenea, es decir, cree que estas
divinidades realizaron en la época heroica griega el milagro de echar abajo el
derecho materno y de sustituirlo por el paterno.
Es evidente que tal
concepción, que estima la religión como la palanca decisiva de la historia
mundial, se reduce, en fin de cuentas, al más puro misticismo. Sin embargo, lo
dicho no disminuye su mérito como investigador que ha abierto una nueva senda,
ya que ha sido el primero en sustituir las frases acerca de aquel ignoto
estadio primitivo con promiscuidad sexual por la demostración de que en la
literatura clásica griega hay muchas huellas de que entre los griegos y entre
los pueblos asiáticos existió, en efecto, antes de la monogamia, un estado
social en el que no solamente el hombre mantenía relaciones sexuales con varias
mujeres, sino que también la mujer mantenía relaciones sexuales con varios
hombres, sin faltar por ello a los hábitos establecidos.
Bachofen probó que
este uso no desapareció sin dejar huellas bajo la forma de la necesidad, para
la mujer, de entregarse por un período determinado a otros hombres, entrega que
era el precio de su derecho al matrimonio único; que, por tanto, primitivamente
no podía contarse la descendencia sino en línea femenina, de madre a madre; que
esta validez exclusiva de la filiación femenina se mantuvo largo tiempo,
incluso en el período de la monogamia con la paternidad establecida, o por lo
menos, reconocida; y, por último, que esta situación primitiva de las madres,
como únicos genitores ciertos de sus hijos, aseguró a aquéllas y, al mismo
tiempo, a las mujeres en general, una posición social más elevada de la que
desde entonces acá nunca han tenido."
Biografía:
ENGELS, Friedrich. “El Origen de la Familia, la Propiedad
Privada y el Estado”, Escrito: 1884, Publicado: Zurich, Edición Digital,
Archivo Marx-Engels, Sección Español del Marxists Internet Archive (www.marxiists.org), 2000-2012.