¡Somos Ciudadanos, No Súbditos!

En los últimos años dirigentes políticos y gobernantes, se han empeñado en usar el eufemismo "Pueblo", para dirigirse a la población votante y adeptos a su visión política y de país, sin embargo, debo aclarar, que hacerlo es recaer en concepciones retrógradas, que pertenecían a épocas anteriores a todos los avances de derecho que hemos tenido como seres humanos, como personas, y finalmente, como ciudadanos, especialmente, en las últimas décadas. Seguramente, también se ha escuchado hablar de los tratados o pactos internacionales que han suscrito diferentes países del mundo en representación de sus pueblos, o la creación de diversas Constituciones actuando en representación de sus pueblos, y te parecerá entendible, que el eufemismo “Pueblo”, sea usado dentro de la terminología Política o del Derecho Constitucional, sin embargo, aclaro, que en ellos el término “Pueblo” se refiriere a un término de carácter originario, que se utiliza para determinar o identificar a una población con las mismas costumbres, misma cultura, misma religión, mismo aspecto fisionómico, mismo territorio, entre otros, que por sus rasgos, son representados por el “Estado”. 

 Sin embargo, resulta que hoy en día, el viejo concepto de “Estado” y “Pueblo” no sigue siendo el mismo, puesto que se considera al “Estado” una Nación, y a los “Pueblos” como Ciudadanos.  La Nación representa al Estado, que a su vez representa la soberanía, que a su vez, deviene del pueblo (término originario), pero, la diferencia es que hoy en día, se nos ha reconocido nuestra naturaleza biológica como seres humanos, y en ése sentido, nacemos libres e iguales en dignidad (la dignidad es la esencia propia de nuestra humanidad) y derechos (de allí se originan nuestros derechos humanos o derechos fundamentales), y están dotados los humanos como así efectivamente lo estamos, de razón y conciencia (lo que permite nuestro discernimiento y nos diferencia de los animales), y en ése sentido, debemos comportarnos fraternalmente los unos con los otros (nos debemos respeto), entre el pueblo (término originario que se mantiene hoy en día a los efectos de distinguir los derechos de las tribus indígenas, aborígenes y pueblos autóctonos, a los que se les reconoce hoy con especial distinción sus derechos tradicionales) y el ciudadano (término moderno dirigido a todo aquel que no es pueblo, y que es susceptible de derechos y obligaciones sin especial distinción), así tenemos, que los pueblos son personas que pueden o no ser susceptibles de derechos, mientras que los ciudadanos siempre serán personas susceptibles de derechos, e inclusive, de obligaciones. 

Dicho lo anterior, ¿Todavía te dejas engañar con toda ésa terminología de que eres un pueblo cuando eres un ciudadano?, el término “Pueblo”, psicológicamente te hace pensar que podrías no ser persona, que podrías no tener derechos, que podrías ser ignorante, que podrías ser un súbdito del “Estado”, y no que el “Estado” te obedece, por lo tanto, no mereces llamarte “Ciudadano”, sino “Pueblo”, porque el ciudadano representa un estándar que el “Pueblo” no tiene, ¿Qué estándar es ése si todos somos exactamente iguales en derechos y obligaciones?, en ése sentido, debo decir que soy persona, que tengo derechos, que no soy ignorante, que no soy súbdito del Estado, que el Estado me obedece, y que definitivamente, yo tengo los mismos derechos y obligaciones que los demás tienen, y esto sólo se puede garantizar bajo el mantenimiento de un Estado de Derecho, un Estado Democrático, y un Estado que necesariamente se deba al cumplimiento de la Constitución. 

Y ahora te llevo a preguntarte ¿Cómo los pueblos lograron convertirse en ciudadanos y ser exactamente iguales?, esto ha sido tras un arduo esfuerzo, por decir lo menos, ya que hemos tenido que vivir Esclavitudes, Dictaduras, Gobiernos Totalitarios, Guerras, entre otros, para entender nuestros derechos como seres humanos y nuestros derechos como ciudadanos de una nación, y que ello ha ido mundialmente evolucionando desde tiempos de la Revolución desde el siglo XVII, empezando por la Carta Inglesa de Derechos, conocido como “Bill of Rights” (1689), y posteriormente, por la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789), por la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791), por la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1793), por la Declaración de los Derechos y Deberes del Hombre y del Ciudadano (1795), por la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de Franchimont (1789), por la Declaración de Derechos de Virginia (1776), por la Declaración de Independencia de los Estados Unidos (1776), por la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (1948), por el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, conocido también como “Convención Europea de Derechos Humanos” (1953), por la Convención Americana sobre Derechos Humanos, conocido como “Pacto de San José de Costa Rica” (1978), por la Carta Democrática Interamericana (2001), y particularmente, en Venezuela, desde la proclamación de Independencia de Venezuela de la Colonia Española y la firma del Acta de la Declaración de la Independencia de Venezuela (1811), luego, con la fundación de la República y la creación de la Constitución de Venezuela (1811) hasta tiempos modernos con la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), que sigue hoy en día en plena vigencia.


Todo lo anterior me lleva a preguntarme: ¿Realmente estamos conscientes que tenemos siglos de evolución dónde pasamos de pueblos a ciudadanos?. ¿Realmente estamos permitiendo que una simple verborrea política populista, nos haga irreconocer nuestro carácter de ciudadanía?. ¿Realmente estamos siendo cómplices de una degradación de nuestros derechos por hacer un mal uso al eufemismo de “pueblo”?. ¿Somos tan ignorantes como para no entender que nuestros derechos han evolucionado por más de 300 años?.

"A vos os corresponde destruir al infame político que convierte al crimen en virtud. La palabra político significaba, en su origen primitivo, ciudadano; y hoy, gracias a nuestra perversidad, ha llegado a significar el que engaña a los ciudadanos. Devolvedle, Señor, su antiguo significado." Voltaire




© Autor: Abg. Oreana Díaz


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